CASINO 1995 Martin Scorsese



Bandera de los Estados Unidos Casino es un drama criminal que se estrenó en 1995, dirigido por Martin Scorsese. Está basado en la historia real contada en el libro homónimo escrito por Nicholas Pileggi, quien también tuvo participación en el guion de la película junto a Scorsese.

 Ambos ya habían trabajado previamente en Goodfellas de 1990. a película marca la octava y (hasta la fecha) última colaboración entre el director Martin Scorsese y Robert De Niro, tras haber realizado juntos Mean Streets (1973), Taxi Driver (1976), New York, New York (1977), Toro salvaje (1980), El Rey de la Comedia (1983), Goodfellas (1990), y Cape Fear (1991). 

De Niro actuó como Sam "Ace" Rothstein, un judío-americano dedicado a las apuestas deportivas y el juego de alto nivel, que es llamado por la Mafia para que supervise las actividades de un casino ficticio llamado Tangiers en Las Vegas. La historia está basada en Frank Rosenthal, quien dirigió los casinos Stardust, Fremont y Hacienda en Las Vegas para la mafia de Chicago a lo largo de la década de 1970 hasta comienzos de los ochentas. Joe Pesci encarnó a Nicky Santoro, basado en Anthony "The Ant" Spilotro, un miembro criminal de la mafia que existió en la vida real. Nicky fue enviado a las Vegas para asegurar que el dinero que se sacaba ilegalmente de las ganancias del Tangiers llegara a manos de los jefes de la mafia. Sharon Stone fungía como Ginger, la esposa de Ace, un papel por el que mereció un Premio Globo de Oro y una nominación a los Premios de la Academia como Mejor Actriz.  

El personaje de Pesci está basado en Anthony John Spilotro (19 mayo 1938 hasta 14 junio 1986), apodado La Hormiga era un americano mafioso y ejecutor para el equipo de Chicago en Las Vegas, Nevada, que durante los años 1970 y 1980. Su trabajo consistía en proteger y supervisar las ganancias de casinos ilegales en Las Vegas. 

En 1971, logró Spilotro Marshall Caifano como representante de la mafia en Las Vegas. Allí, Spilotro se reunió con su amigo de la infancia de Frank "Lefty" Rosenthal , quien corrió varias Outfit casinos con respaldo, incluyendo el Stardust . El asesor legal de Spilotro en Las Vegas fue suministrada por Oscar Goodman , un abogado defensor de varios de alto perfil presuntos delincuentes de esa época (y, un futuro alcalde de Las Vegas). 

Spilotro y Rosenthal trabajaron juntos para malversar las ganancias de los casinos (es decir, "el skim"), que luego fueron enviadas de vuelta al traje y otras familias de la mafia del medio oeste, como Kansas City , St. Luis y Milwaukee . Por su cuenta, Spilotro (bajo el alias de Tony Stuart) se hizo cargo de la tienda de regalos en el Circus-Circus Hotel , una "familia" hotel en el Strip de Las Vegas . El hotel ofrece entretenimiento de primera clase para los niños, mientras sus padres jugaban en el casino. 

En 1971, el hotel era propiedad de Jay Sarno . En 1974, Circus-Circus se vendió, por $ 70.000 de inversión de Spilotro, recibió $ 700,000. A principios de la década de 1970, Spilotro comenzó un negocio usurero con Los Angeles familia del crimen capo , Frank "Bomp" Bompensiero , en Las Vegas. 

- Wikipedia - 


Hay que joderse, amigo. Un día estás aquí, tomando tranquilamente un Cutty Sark junto a una rubia despampanante dispuesta a chupártela por unas cuantas fichas y al día siguiente estás en un maldito agujero en el desierto de Nevada junto a montón de capullos que se dejaron la pasta de la Universidad de sus hijos en la parte trasera de uno de esos casinos. 

Las Vegas es una ciudad peligrosa y si tienes suerte acabarás en alguna cuneta con tu culo pateado, pero si eres un pringado, además de una paliza, prepárate a recibir un disparo en esa cabezota de gilipollas que tienes, porque ellos siempre ganan. 

Ese puto circo lleno de luces de colores, todas esas ruletas girando sin parar, los dados chocando entre sí, los krupiers, los espectáculos de coristas medio desnudas, los animales exóticos, las limusinas, los hoteles y restaurantes de lujo, los montones de cocaína y hasta el jodido borracho disfrazado de Winnie the Pooh que baila a la entrada de cada casino está pensado para que tu dinero no salga de la tierra del vicio. Sé todo lo que hay que saber sobre toda esa mierda, tío, gracias al hijo de perra más listo que he conocido en mi vida. 

El muy cabrón se sabe miles de historias y todas ellas son cojonudas. No hay una que no quieras escuchar hasta el final. Recuerdo muchas, como la de aquel italoamericano de Nueva York que trabajaba para la mafia y que tenía un colega idiota llamado... John... Johnny Boy, creo recordar. 

También está esa otra sobre un antiguo soldado de la Guerra de Vietnam que se hace taxista. Joder, el tío estaba como una cabra. ¡Se enamora de una puta de 12 años, colega! ¡12 años! También me contó un montón de anécdotas sobre un chaval de Brooklyn que quería ser un gángster. 

¿Y sabes qué? Casi lo consigue, pero terminó vendiendo su culo al FBI; aunque, sin duda, mi historia preferida es la que me contó allá por 1995. Escucha, amigo, porque esto te va a encantar: Años 70. ¡Joder, qué tiempos! Era la época en la que la ciudad del pecado empezaba a despegar. Sam "Ace" Rothstein (Robert De Niro) era un tipo con un don especial para las apuestas. ¡Maldita sea! ¡Era un iluminado! 

No sólo tenía un cerebro privilegiado, sino que el muy cabrón era capaz de investigar cualquier detalle, por mínimo que fuera, que pudiera influir en el juego (¿folló el bateador anoche? ¿el caballo está dopado?) y con un par de llamadas, ya tenía en su poder el nombre del ganador. No fallaba. Los peces gordos se lo rifaban. 

Tal era el prestigio que se había ganado entre la mafia, que los capos norteamericanos del medio oeste le colocaron al mando del Tangiers, un casino de Las Vegas levantado gracias a la inversión del Sindicato de Camioneros. Jodido Sam... Ese fantasma sabía jugar y llevó el negocio tan cojonudamente bien, que en menos de lo que canta un gallo dobló las ganancias. 

Aquello dejó a "los de arriba" con el culo torcido, así que decidieron que era hora de proteger su mejor inversión. Enviaron al puto Nicky Santoro (Joe Pesci) a cubrir las espaldas de Sam. ¿Os lo podéis creer? ¿Qué clase de inconsciente manda a un condenado psicópata como Nicky a una ciudad como Las Vegas? Era como dejar una bomba de nitroglicerina en manos de un anciano con Parkinson. ¿En qué coño estaban pensando aquellos imbéciles? 

Estaban permitiendo correr a un toro que después nadie iba a poder amansar. Con todo, aquel enano cabrón siempre me cayó bien. Sam solía decir que "Nicky tenía una forma infalible para ganar. No era muy científica, pero le valía. Si ganaba cobraba su dinero y si perdía les mandaba a la mierda, ¿qué iban a hacer? ¿coaccionar a Nicky? Nicky era la coacción". Todo iba de la hostia para ambos. Hasta Sam encontró a su media naranja. 

Se llamaba Ginger (Sharon Stone) y era una buscavidas preciosa sabe dios de qué pueblucho de mala muerte. La chica, que salía con un capullo fracasado y yonki (James Woods), desplumaba a los magnates que iban a jugarse su dinero a los casinos. 

"Era capaz de coger a un millonario el viernes y devolverle el lunes sin nada ante su mujercita y sus contables". Todo era jodidamente perfecto, pero uno no puede fiarse de una ciudad en la que el pecado es el rey. Todo comenzó a torcerse. Sam empezó a hartarse de los excesos de Nicky, quien se creía el puto Al Capone de Las Vegas: robaba, mataba, torturaba y extorsionaba a sus anchas. 

La ciudad se había convertido en su jodido paraíso y eso le divertía, pero los actos criminales de aquel enano descerebrado afectaban de manera indirecta al Tangiers y eso era totalmente inadmisible. Por otro lado, Ginger se volvió aún más adicta al alcohol y a la coca, hasta el punto de volverse una mujer descuidada e insoportable que odiaba a su propio esposo. 

Y por si todo eso no era suficiente, las autoridades hicieron de las suyas y endurecieron las leyes sobre el juego y los crimnales, lo que empezó a joder el sistema y a llenar la ciudad de federales en busca de presas. Todo se tambalabeaba peligrosamente bajo los pies de estos tres desgraciados de intereses contrapuestos que unieron sus caminos en el mismo puto punto, un camino que se inició con el ascenso a la cima del poder y que acabaría transformándose en la caída sin retorno de un imperio. 

Todo se fue a la mierda en un maldito abrir y cerrar de ojos. Sam acabó... Bueno, qué diablos, yo no sirvo para esto. Pregunta a Marty, sí, Martin Scorsese, el hijo de perra listo al que me refería antes. Él me lo contó. Lleva años dedicándose a esta mierda y es uno de los mejores, sobre todo cuando se trata de negocios turbios, asuntos relacionados con la mafia y tipos que surgen de la nada y alcanzan el éxito por los métodos más cuestionables y sucios que existen, para precipitarse finalmente a su propia ruina y acabar como habían comenzado, siendo unos malditos don nadie. 

El neoyorkino es tan brillante en lo que hace que, a día de hoy y tras casi 50 años dedicados al séptimo arte, todavía deja a la gente hablando sola en la butaca, ¿o no has escuchado aún lo de El Lobo de Wall Street? Si no es así, ¿a qué carajo esperas, tío? ¿Es que quieres matarme de un infarto?, pero no nos andemos más por las ramas, que no estamos en un jodido mítin político. Casino, la decimoquinta joya de Marty, es una auténtica obra maestra escrita por el propio realizador junto a Nicholas Pileggi, autor de la novela en la que se basa la trama, que, por otro lado, es larga de cojones, sí, pero ¿a quién coño le importa cuando uno se lo está pasando tan de puta madre? 

Tiene todos los ingredientes que cualquier fanático del género gansteril podría desear: actividades ilegales, contrabando, diálogos alucinantes llenos de tacos y humor negro, tipos malos, drogas, sexo y un sinfín de ingredientes mezclados en un cocktail explosivo que presume, además, de un cuidado técnico de quitarse el sombrero, único y propio del cineasta de Queens: planos secuencia y aéreos deliciosos (el prólogo es, sencillamente, magistral), movimientos de cámara frenéticos, tensión constante, la hipnótica voz en off de los protagonistas, la magnífica ambientación setentera, la sinfonía de Bach y, cómo no, los enormes De Niro y Pesci reunidos como en los viejos tiempos, pero con más poder entre sus pelotas si cabe. 

El primero en la piel de un tipo inteligente, frío y calculador y el segundo en el traje de un pequeño matón impulsivo y extremo que impone sus normas a base de guantazo limpio sin importarle una mierda las consecuencias, con el añadido de que además y contra todo pronóstico, es un padre cojonudo. 

Ese mamonazo de Nicky era bueno... Sí, Pesci era increíblemente bueno y, ¡mierda! Se le echa de menos, pero no quiero llorar, ¡maldita sea! Mira, amigo, paremos esto antes de que me ponga sentimental. Tú no sabes nada de mí ni yo tampoco de ti, pero seguro que has oído hablar de Marty y si eres una persona lo suficientemente razonable (no consigas caerme mal a estas alturas de la conversación), seguro que le respetas tanto como yo. 

Bien, pues una vez me dijo que "las películas son los recuerdos de nuestra vida", lo que no me contó es que él iba a darme algunos de los mejores de la mía. ¡Adoro a este cabrón!

- Por Patricia Serrano Martín Mora, Redactora en ww.lapalomitamecanica.com -  



Se trata de hacerles jugar el mayor tiempo posible. Cuanto más juegan, más pierden. Y al final, nos lo quedamos todo. (..) Cuando se quiere a una persona, hay que confiar en ella, no hay otra forma, tienes que darle la llave de todo lo que posees, ¿sino de qué sirve tu amor? Durante un tiempo yo creí vivir un amor de esa clase. (...) Nicky tenía una forma infalible para ganar. No era muy científica pero le valía. Si ganaba cobraba su dinero y si perdía les mandaba a la mierda, ¿qué iban a hacer? ¿coaccionar a Nicky? Nicky era la coacción.

Sam ''Ace'' Rothstein


''Hay muchos agujeros cavados en ese desierto y muchos problemas enterrados en ellos. Pero hay que hacer bien las cosas, hay que haber cavado el agujero antes de llegar allí con el paquete en el maletero, sino tienes que tirar de pala durante treinta o cuarenta y cinco minutos, y quien te asegura que en ese tiempo no aparece alguien, eso te obligaría a cavar unos cuantos agujeros más, vamos que te puedes pasar allí toda la puta noche. (...) Por si no tuviera bastante. Ahora me tenía que asegurar que nadie le tocara un pelo al Judío de oro...''

Nicky Santoro


 Sam - Hola Heidi...
Heidi . Hola...


Novio de Heidi - ¿Quién es ese tío?
Heidi - Un amigo...


 Sam - Perdone...
Novio de Heidi - ¡Qué!


Sam - ¿Es suya la pluma?
Novio de Heidi - Sí. Es mía ¿¡Porque!?
Sam - Es muy bonita. Nos sabía de quién era y pensé que podía ser suya...


Novio de Heidi - Pues gracias ¿Porque no coge la puta pluma y se la mete por el culo? Gilipollas. ¿Queda claro?


Nicky - ¿Oyes lo que dice esta nena Frankie? ¿Oyes lo que dice esta nena Ace? ¿La puta nena está llorando? ¿Qué le ha pasado al tipo duro que decía que mi amigo se la metiera por el puto culo? 


''Aún estaba digiriendo lo que aquel tipo me había dicho, cuando Nicky se abalanzó sobre él. Por muy grande que fuera no había tipo que pudiera con Nicky. Si le daban un puñetazo volvía con un bate de Béisbol. Si le amenazaban con una navaja. Volvía con una pistola. Si alguien le sacaba una pistola ya podía matarle. Por que Nicky no le dejaría en paz, hasta que uno de los dos no estuviera muerto.''


 Nicky - Hola Clark. He intentado hablar contigo pero no hay manera...
Clark - Ando muy ocupado...
Nicky - Ya...pero creo que al menos me podrías devolver las llamadas...
Clark - Escucha Nicky. Ya hemos hablado de esto. Te expliqué muy claramente que existía la posibilidad de que tuvieras algunas pérdidas.
Nicky - Ya...quiero que me devuelvas mi dinero.
Clark - Ja, ja, ja, ja ¿Quá vas hacer? ¿Retorcerme un brazo?


Nicky - Sabes, creo que tienes una imagen equivocada de mí y lo menos que puedo hacer es explicarte exactamente como funciono. Por ejemplo, mañana me levantaré temprano y daré un paseo hasta tu banco, luego entraré a verte y, si no tienes preparado mi dinero, delante de tus empleados te abriré tu maldita cabeza y cuando cumpla mi condena y salga de la cárcel, con suerte, tú estarás saliendo del coma, ¿y qué haré yo? Te volveré a romper la maldita cabeza, porque yo soy idiota. A mí lo de la cárcel me la suda. A eso me dedico. Así funciono yo...




Billy - Sam tenemos un problema...
Sam - ¿Qué ocurre?
Billy - Es el canijo. Está como una cuba y nadie se atreve a decirle que no puede entrar en el casino. Hemos hecho la vista gorda como si no lo conociéramos. Está jugando en la mesa de Blackjack. Está bebido y desmadrado...¡Está jugando con dinero de su bolsillo! Y va perdiendo cerca de 10 mil. Está muy cabreado. Quiere crédito de 50 mil.
Sam - Dale 10. Eso 10. Ahora voy...


Billy - Ace va a darte 10 mil como tú querías...


Nicky - ¡Cincuenta! ¡He dicho cincuenta!



Nicky - ¿De qué cojones te ríes? ¿Sabes cuanto estoy perdiendo? ¿Y te hace gracia?


Nicky - Mira al guapito de cara que me ponen ahora...¿Te manda Sherbert para robarme? ¿Se la has estado mamando a todo el mundo esta noche? ¿Eh? Se la has estado chupando a todos los clientes esta noche...Dame carta.



Nicky - ¡Coge este muerto y metértelo por el culo! ¡Anda dame otra! Esta se la metes por el culo a tu hermanita.(...)


Nicky - Si tuvieras pelotas estarías robado ahí fuera con la cara descubierta...


Sam - ¡Nicky no puedes estar aquí!
Nicky - Sammy, di le a ese asqueroso judío que me cubra el crédito
Sam - Escuchame. He venido a ayudarte ¿Qué diablos te pasa? Vas a hundirnos a los dos. (...)


Nicky - ¿Qué coño miras tú bola de billar Judía?


Nicky - ¡Denúnciame, Judío cabrón!






''Estaba cantado. Los jefes estaban hartos de Nicky. Hartos. Habían aguantado demasiado. Y decidieron darle un escarmiento. A él y a su hermano. Les enterraron vivos''.