YAKUZA 1974 Sydney Pollack



Bandera de los Estados Unidos Bandera de Japón  Yakuza es una película coproducida por Estados Unidos y Japón en 1975 y dirigida por Sydney Pollack. Protagonizada por Robert Mitchum en el papel principal, Ken Takakura, Brian Keith, Herb Edelman, Richard Jordan, Keiko Kishi, Eiji Okada, James Shigeta, Kyôsuke Machida, Christina Kokubo, Eiji Gô, Lee Chirillo, M. Hisaka, William Ross, Akiyama, Harada. 

Hablar de Yakuza 1974 es hablar de un obra redonda, ejecutada con tacto y cargada de delicadeza sentimental. Parte de ese cuidado se debe al excelso guión de Paul Schrader
y Robert Towne. Schrader, posiblemente uno de los grandes escritores cinematográficos que ha dado el cine moderno. Su pulcritud, rigor y riqueza son un baluarte para cualquier director y el ejercicio en Yakuza es uno de sus mejores trabajos. 

Pollack nos regaló una verdadera joya con este proyecto, un canto al honor, al código. Yakuza no es solamente un retrato de los clanes Yakuza y sus entresijos a finales de los 70, este filme está repleto de sentimiento, tanto en un rígido sentido de la amistad como en el del amor, las historias paralelas afloran durante su metraje con una elegancia estilosa y perfectamente dosificada para emoción del espectador. 

Todo está perfectamente trazado, nada desentona. El manejo de Pollack, sus texturas, sus planos y su temple narrativo son de una factura excepcional. Capaz de emocionarnos y al mismo tiempo de tejer escenas de violencia que se regocijan en el más puro realismo, con la cantidad exacta de sangre.

 Los protagonistas de Yakuza son seres con heridas profundas y que dificilmente llegarán a cicatrizar nunca...


Harry Kilmer el verdugo de Ken Tanaka:
Una vez más abandonaba Tokio con tristeza pero aprendiendo una lección, o más bien aprendiendo el verdadero significado de algo. Y es que; el amor es la amistad prendida en fuego; es confianza mutua; intercambio y perdón. Es lealtad a través de los buenos y malos tiempos. Se conforma con menos que la perfección y permite las debilidades humanas.

Después de practicarme el Yubitsume, mi herida no dejaba de sangrar a pesar de que el corte fue limpio con el afilado Tantō de Ken. Sentía una fuerte punzada, como si tuviera un estilete alojado dentro de la carne, desgarrándome. Al mismo tiempo, podía notar como si aquella articulación amputada siguiera en su sitio.

Me alejaba de aquel país, sintiendo una fuerte sensación de deuda con aquel ser de naturaleza pura y extinguida. Ken, representaba en sí mismo, y de una manera natural, la imagen humana de la dignidad; de la paciencia; del valor y del respeto hacia los demás por encima de todo. Era la personificación de un tiempo y de una filosofía de la cual únicamente quedaban ya apenas unas ascuas y un fugaz recuerdo en cualquier civilización actual y posiblemente pasada.

Me pregunto: ¿cómo pudo vivir con esa carga que impedía su felicidad completa para poder amar sin tener que esconderse de los fantasmas de otro tiempo? Ken, era como una sombra esquiva endeudada por una dignidad ya desdibujada, la presa, o mejor dicho la víctima de un cautivo y eterno castigo sobre una moralidad difícil de comprender para un occidental. Un linaje que engrandece nuestra existencia y da sentido a la verdadera imagen del significado de la definición de lo que representa el ser humano.

No podía separar la admiración de la culpa. Así se manifestaba en mi mente como monstruosas criaturas siamesas de dos cabezas. Unas enormes criaturas unidas por los caprichos de la existencia pero alejadas en intención a la vez que intentaban devorarse mútuamente. La belleza de algo puro y divino se enfrentaba al mismo tiempo a la desgracia, a un dolor podrido y pestilente aparentemente paralizado pero en realidad intermitente. Y yo me sentía representado en esa personificación que traía en sus manos la enfermedad del espíritu. Un espíritu enmascarado en una traicionera lealtad con fondo egoísta.

Viviré el resto de mi vida sintiéndome un estigma nacido para quebrar la vida de otra persona. Amé a alguien que ya amaba. Intenté durante años construir ese camino en el que perderme junto a Eiko sin darme cuenta que estaba endeudando el alma de alguien que amaba por encima de la manera que yo creía amar. Ken prefirió enfundar su espada antes que poner en peligro a lo que más quería. Y no hablo de la lucha armada. Hablo de la espada del exilio y de la salvación para sus allegados.

Supongo que vivió en sus carnes una afilada sensación de sentirse un alma obligada al castigo durante su etapa terrenal. Convirtiéndose así en un ejemplo proverbial de tentación sin satisfacción. Su castigo consistió en algo parecido a estar en un lago con el agua a la altura de la barbilla, a permanecer debajo de un árbol de ramas retorcidas repletas de frutas que desprendían un aroma tan indefinible como apetecible... cada vez que Ken, desesperado debido al hambre o la sed, intentaba tomar una fruta o sorber algo de agua, las retorcidas ramas cobraban un macabro movimiento y rechinaban retirándose inmediatamente de su alcance... ese, era el castigo terrenal.

Pero además, pende sobre él una enorme y pesada roca oscilante con forma punzante que amenaza con aplastarle, con sesgarle la vida en cualquier momento... ese peso inerte, castigador, amenazante e insalvable era yo... ese era el castigo espiritual y yo el que participaba de él como un infalible verdugo ejecutor...

- Por Cobra Verde -



''El Kana japonés para esta palabra se compone de los números 8, 9 y 3. 20 en total: número perdedor en el juego japonés. Así es como los gángters japoneses, por perverso orgullo, se autodenominan. La Yakuza vio la luz en Japón hace unos 350 años...como jugadores, estafadores y turbios mercaderes de feria ambulantes. También se decía que protegían a los pobres de la ciudad y el campo de las bandas de nobles merodeadores. Por lo visto lo hacían con un coraje y una habilidad sin igual. Hasta hoy en día se dice que la Yakuza cumple con un código de honor. Tan rígido como el código Samurái del Bushido.''


Tokio 東京都



Kato Jiro - Por favor, reciba mi presentación.
Clan Yakuza - Primero reciba usted la nuestra. 
Kato Jiro - Imposible. Su posición es superior. 
Clan Yakuza - Recibiremos sus palabras...
Kato Jiro - Soy Jato Jiro. Nací en Osaka y, no pertenezco a ningún clan. Soy un agente libre. Estoy especializado en trabajos de naturaleza Internacional. 



Akiyama Masaru - Nos impresiona tu buena educación. Soy Akiyama Masaru. El humilde Kobun del clan Tono. Le damos nuestros mejores saludos. 
Jefe del Clan Yakuza - ¿Habla bien inglés? ¿Dónde se queda en Los Ángeles?
Kato Jiro - Normalmente en el centro. 
Jefe del Clan Jakuza - ¿Es su zona favorita de la ciudad?
Kato Jiro - No. Me gusta Westwood. 



Puerto de Los Ángeles Bert 156



Kato Jiro - Debe volver a Tokio en 4 días señor Tanner. Y arreglas sus negocios con Tono en ese tiempo. Si no lo hace, por supesto, me han ordenado volver de nuevo...con algo más que un trozo de tela. Tono está esperando señor Tanner. 


Harry Kilmer - ¿Sí?
George Tanner - Harry, soy George
Harry Kilmer - Eh, colega ¿Qué haces en la ciudad? 
George Tanner - Harry, tengo que hablar contigo. Tengo un problema y de los gordos. La Yakuza tiene a Louis. 
Harry Kilmer - ¿Qué?
George Tanner - Si n o vuelvo en 4 días mandarán algo más de Louise. Y no será un trozo de vestido. 
Harry Kilmer - ¿Has ido a la policía?
George Tanner - ¿Con esta historia? Me enfrento a un equipo Yakuza. ¿Qué coño puede hacer la policía?
Harry Kilmer - Ellos pueden hacer más que yo...
George Tanner - Hay algo que tú puedes hacer y, ellos no. 
Harry Kilmer - ¿De verdad? ¿Qué?
Harry Kilmer - Puedes ver a Tanaka Ken. 
Harry Kilmer - George. Hace 20 años que no veo a Ken.
George Tanner - Tanaka Ken hará lo que tú quieras. Lo que tú digas. O morirá intentándolo.


Tokio 東京都




Herb Edelman (Habla sobre Harry Kilmer y su relación con Eiko); Toda su familia murió. Sólo sobrevivieron Eiko y su hija. Cuando volvió a Tokio...algunas se hicieron chicas ''pan - pan''. Eiko de todas formas tenía más recursos. Su hija necesitaba Penicilina y se hizo contrabandista del mercado negro para conseguirla. Pero entonces Harry supo que lo hacía, él estaba en la policía militar. Un día en una escaramuza con tropas estadounidenses, casi mataron a Eiko. Harry lo impidió. Casi acaba en prisión por el proceso. De todas formas...Así se conocieron...


...en 1949, el tercer año de la ocupación...Harry estaba loco por ella. Era evidente. Alquiló un piso y se ocupó de su hija. Hayy quería pero Eiko se negaba. Decía que viviría con él siempre pero que nunca se casaría. En 1951, el hermano de Eiko. Tanaka Ken, volvió de entre los muertos. Había estado 6 años viviendo en las cuevas de Filipinas. Agradeció a Harry que salvara a Eiko y cuidara de su hija...pero le dijo a Eiko que no podría hablarle. Lo había puesto en deuda eterna con su enemigo y eso le torturaba. Ken abandonó a su hermana y se convirtió en uno de los Yakuza de más éxito en el Tokio ocupado. 




Harry Kilmer - ¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está Ken?
Eiko - Enseña Kendo en Kendo Hall 



Eiko - Me es muy grato volver a verte...
Harry Kilmer - Ya...buenas noches, encanto...
Eiko - Buenas noches, Harry...
















Ken Tanaka - Conozco a Tono y su clan. No son lo que yo llamaría...honorables. Pero no raptarían a una estudiante estadounidense.
Harry Kilmer - Por lo visto Tanner y Tono tienen algunos negocios en común. Por lo visto Tono coaccionó a Tanner para introducir armas...y Tanner no pudo entregar el cargamento. De Hecho lo perdió. Tono no se lo cree y el dinero no le interesa. Quiere esas armas. Y ha prometido que rajará a la hija de Tanner. Dentro de 4 días...si no las consigue. 
Ken Tanaka - Ese Tanner, ¿es amigo íntimo?
Harry Kilmer - Mucho. Es el que me prestó el dinero para comprar Kilmer House para tu hermana...


Ken Tanaka - ¿Qué quieres que haga?
Harry Kilmer - Bueno, me gustaría que vieses a Tono y, hablaras con él. 
Ken Tanaka - Lo intentaré pero, no sé lo que puedo hacer...ya no soy un Yakuza. No he cogido una espada en 10 años. 
Harry Kilmer - ¿No has tenido contacto con los Yakuza en todo este tiempo?
Ken Tanaka - No. Pero puede que me escuchen...
Harry Kilmer - Es imposible...no puedo pedirte eso.
Ken Tanaka - Ya lo has hecho.


忠義 Chuugi - Lealtad


''Haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel. Para el guerrero, las palabras de un hombre son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que él vaya.''

Código Bushido